La cajetilla de tabaco sin marca fracasa tras un año en Reino Unido y Francia

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Sector Cajetillas Antimarca

La imposición de cajetillas de tabaco genéricas, en las que prácticamente no queda espacio para las marcas, ha fracasado. La medida no funcionó en Australia, el primer país del mundo en implantarla en 2012. Y tampoco lo ha hecho ahora ni en Francia ni en Reino Unido, los dos primeros europeos que expropiaron las enseñas hace un año, a la espera de su venta obligatoria en Irlanda desde septiembre y en Hungría a partir del año que viene.

La estandarización de las cajetillas supone eliminar los colores, logotipos y diseños de las marcas registradas y relegar a un mínimo espacio con la misma tipografía y color los nombres comerciales. Pero el consumo de tabaco no se ha reducido y, en cambio, se ha producido un desvío hacia el tráfico ilegal, aumentando el contrabando y las falsificaciones.

En Australia, de acuerdo con un estudio del propio Gobierno del país, la cajetilla antimarca no solo no ha acelerado el ritmo de reducción del número de fumadores en los últimos 25 años, sino que, además, entre 2013 y 2016 la caída se ha estancado. En una análisis del mercado, Sinclair Davidson, profesor del Institutional Economics de la Universidad de Melbourne, concluye que "no hay una caída del consumo real total, sino solo del legal", castigado por una fuerte subida de los impuestos al tabaco, que han disparado el precio de la cajetilla por encima de 40 dólares australianos (25 euros).

Según la última encuesta del Instituto Australiano de Salud, el porcentaje de población fumadora se situaba al cierre de 2016 en el 12,2%, tan solo seis décimas menos que en 2013. Y por si eso fuera poco, el porcentaje de australianos que cita las advertencias sanitarias como una razón para dejar de fumar descendió desde un 15,2% en 2010 a solo un 11,1% en 2013, el primer año completo con las cajetillas genéricas.

Es algo parecido a lo que está sucediendo también en Francia y Reino Unido. Un estudio realizado por la organización Europe Economics certifica que "los resultados en base a los datos publicados hasta ahora reflejan que no ha habido un impacto estadísticamente significativo ni en el consumo ni en la prevalencia" de fumadores.

En Francia, la cajetilla se introdujo en enero de 2017 y la venta de cigarrillos apenas ha disminuido un 0,7%, con lo que hasta las autoridades sanitarias han reconocido que apenas ha habido ningún tipo de efecto. En Reino Unido, la venta de paquetes sin marca fue obligatoria ya desde mayo de 2017 y, como el resto, la caída del consumo sigue estancada, pese a la tendencia a la baja registrada hasta 2016. En Londres, de hecho, ya se han detectado las primeras cajetillas falsificadas, vendidas al mismo precio que las auténticas.

Ante todo ello, Juan Páramo, presidente de la Mesa del Tabaco, una organización que defiende los intereses de todo el sector, apunta que "la cajetilla antimarca es una medida desproporcionada en sí misma, porque supone la expropiación de facto del derecho de marca; ineficaz en sus objetivos, como ha quedado demostrado en Australia, Francia y Reino Unido, y que representa un grave precedente para otros sectores económicos con potenciales riesgos para la salud, en la medida en que el tabaco sirve de guía en este ámbito regulatorio".

En España, con una legislación ya restrictiva y con el espacio para las marcas limitado, el Gobierno se ha opuesto a la medida pero su progresiva introducción en el resto de Europa, preocupa a todo el sector.

Mario Espejo, presidente de la Unión de Estanqueros, advierte que "la cajetilla antimarca resulta especialmente absurda en países como Italia, Francia y España, donde el modelo del mercado está altamente controlado y sometido a licencias y concesiones, como es el caso del estanco, para asegurar su venta en óptimas condiciones de calidad, sanitarias, controlando el acceso a los menores".

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