La tecnología baja los humos a las tabacaleras

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El sector focaliza su inversión en el formato electrónico, al que atribuyen una menor toxicidad.

Felipe y Nicolás son amigos de toda la vida. Cada jueves se reúnen para conversar y fumar. Hace dos años decidieron abandonar el tabaco tradicional por cigarrillos eléctronicos, porque creen que «son menos adictivos y tóxicos» que los tradicionales. Ante esa tendencia, en la última década las tabacaleras se han volcado en cambiar su modelo, sin variar la experiencia, la sensación y por supuesto el sabor de lo que ofrecen al consumidor.

Los cigarrillos eléctronicos IQOS se caracterizan por ser productos libres de combustión y en consecuencia libres de humo. Según comenta Gonzalo Salafranca, director de Relaciones Externas de Philip Morris en España, los estudios demuestran que la causa fundamental de las enfermedades ligadas al hábito de fumar es el humo que se inhala cuando se quema el tabaco en el proceso de la combustión.

Los dispositivos IQOS, bautizados así por Philip Morris, han extendido su nombre para denominar el nuevo formato, en el que el tabaco se calienta en lugar de quemarse. Esta suerte de cigarrillos reducen en un 95% los niveles de emisión de los componentes dañinos, en comparación con el humo del cigarro. Según esa empresa tabacalera, responsable de marcas tan conocidas como Marlboro y Chesterfield, el desarrollo de su negocio se apoya en una investigación de 6.000 millones de dólares, con más de 400 científicos de distintas disciplinas, como ingenieros, físicos, químicos y biólogos. Tal y como explica Salafranca, el 92% de esa inversión se dedica a I+D de productos innovadores libres de combustión. La tabacalera aspira a remplazar para 2025 el tabaco tradicional por este nuevo negocio: cuenta con datos que deberían animar a hacerlo, como el mencionado 95% de descenso de la toxicidad. Otros discrepan de esas tesis, por ejemplo la Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía Torácica (NeumoMadrid), que advierte de que estos dispositivos son tan tóxicos como los cigarrillos de toda la vida, por contener una cantidad de nicotina similar.

También tienen una cantidad de nitrosaminas, hidrocarburos aromáticos y otras sustancias «suficientes para causar toxicidad en sus consumidores», subrayan los neumólogos.

Es más, aunque la concentración de algunas sustancias tóxicas es menor que en el tabaco convecional; en otros casos, como el acenafteno, su presencia es el doble en el humo del IQOS si se compara con los cigarrillos habituales.

El reemplazo, en cualquier caso, está en marcha, más si cabe ante el hecho de que los estudios que se han realizado indican que entre el 70% y el 80 % de los usuarios de IQOS ha dejado de fumar cigarrillos.

Según la tabacalera, en 2015 el gasto comercial dedicado a los productos libres de humo fue del 8% y para 2018 ya alcanzaba el 70%. Otras empresas del mismo sector se mueven en el mismo sentido, por ejemplo la British American Tobacco, con marcas como Lucky Strike y Pall Mall bajo su paraguas. Reino Unido y EEUU son los países donde hay más usuarios de este nuevo tipo de cigarrillos. Sólo Philip Morris contabiliza globalmente 7,3 millones de nuevos fumadores.

El cambio tecnológico, si bien está enfocado al consumo, también afecta el impacto medio ambiental de las operaciones para conseguirlo. Según Philip Morris, en el proceso también disminuyen las emisiones de carbón, y estiman la reducción absoluta del CO2 en un 30%, cifra que para 2030 será del 40% y del 60% para 2040. Además, para 2030 se espera una drástica reducción de la energía eléctrica empleada en la manufactura del tabaco.

Fuentes: El Mundo

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